31 may 2024
César Bruto - El prínsipe Hamlet o sea El loco de dinamarcA
(Novelisasión básica de la linda y hermosa obra)
Juana Bignozzi - Educada en el vicio de los hombres
voy a la cocina y me siguen
voy al baño y golpean la puerta
me despiertan en la noche para preguntarme si duermo
llaman por teléfono en todas mis ciudades
para avisarme cuidado con el vino y la vida literaria
no he perdido padre ni tíos ni ahijado ni amigos de juventud
por no perder no he perdido ni editor
ni ese hombre
que ya sombra aún cuida mi paso en las esquinas
no me han dejado caer de su mano de su vicio
de su peso de mi corazón
29 may 2024
Jorge Luis Borges – Mensaje, moralejas…
Es muy común que vengan a verme periodistas y me pregunten: “¿Y cuál es su mensaje?”. Y yo les digo que no tengo ningún mensaje —los mensajes son propios de los ángeles, ya que ángel significa mensajero en griego—, y yo ciertamente no soy un ángel. Kipling dijo que a un escritor puede estarle permitido inventar una fábula, pero que no le está permitido saber cuál es la moraleja. Es decir, un escritor escribe para un fin, pero realmente el fin que busca es esa fábula. Yo me imagino que aun en el caso de Esopo —o de los griegos que llamamos Esopo—, le interesaba más la idea de animalitos que conversan como si fueran seres humanos que la moraleja de la fábula. Además, sería muy raro que alguien empezara por algo tan abstracto como la moraleja, y llegara después a una fábula. Parece más natural suponer que se empiece por la fábula. Desde luego que las literaturas empiezan por lo fantástico. Bueno, y en los sueños —que vienen a ser una forma muy antigua del arte—, en los sueños no estamos razonando; estamos, bueno, creando pequeñas obras dramáticas.
Borges – Ferrari, Diálogos
27 may 2024
Roland Barthes - La arrogancia
Isaías Garde - Lectura y comentario del relato "Final del juego" de Julio Cortázar
Coordina Isaías Garde
Para participar de los encuentros de lectura:
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También pueden seguir la actividad en los siguientes canales:
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26 may 2024
Silvina Ocampo - Hablo con Borges
Los ojos se parecen a las lágrimas
por la forma que toman al caer.
Míralas, tan atentas y visibles.
Te haré un collar de lágrimas alegres
y en cada piedra la fidelidad.
¿Por qué alegres? Hubieras preguntado,
y yo, siguiendo tus palabras, digo
para ser cursi, con una sonrisa.
No toques el collar: anida el mundo
con otras cosas que no morirán,
como los pensamientos que te mando.
No morirá el adiós que me dijiste,
ni tampoco “Silvina no me olvides”,
ni morirá mi “Nunca olvidaré”.
Estarás viendo lo que nadie ve,
lo que viste del mundo transmitido
por algunos cristales milagrosos
donde se ve lo que uno quiere ver,
lo que nos enseñaste a descubrir,
el tan rosado rosa de una rosa,
el cielo cuando se hunde en las tinieblas
sin tela, sin pintura, sin pincel,
llevándose el color verde del pasto,
la fuerza del silencio en la palabra,
esa palabra que no dice nada,
ese silencio que tampoco dice,
esa muerte que dice muchas cosas,
y así me pierdo en el inalcanzable
mar cruel de los reflejos ya sin fin
que hoy se miran, transmiten lo indecible,
la promesa tal vez de algún proyecto...
25 may 2024
Esteban Peicovich - Jardín botánico
Curvado como el mundo
un hombre relee en el periódico
lo nada nuevo sucedido en el espejo
después de Cristo.
En la inmovilidad de la luz
Una rosa está a punto de no ser.
Y cae.
La historia natural acontece
en el instante en que vuela la ceniza
de su cigarro
y los ojos se le olvidan en la lectura
inútil.
Invisible, la biblia de hojas verdes
bate el aire, perfuma, murmura,
y por lo bajo anuncia
la única noticia posible.
24 may 2024
Jorge Luis Borges - El rey de la selva
(Redacción escolar de Borges, Buenos Aires, 1912 Firmado bajo el seudónimo Nemo)
En lo más espeso del bosque donde los frondosos árboles extendían sus ramas y los altos bambúes crecían, corría un arroyuelo de límpidas aguas. Aunque el sitio era apacible y fresco, ningún animal se aventuraba ahí, sabían que tras el ramaje estaba la caverna del gran tigre, del Rey de la Selva, del tiránico señor de los bosques.
El enorme tigre se alzó pausadamente y abriéndose paso, entre el ramaje que obstruía la entrada de su cueva se internó en el bosque. Al cabo de una hora se encontró frente a un gran claro rodeado de pinos en cuyo centro había una laguna. El Rey de la Selva se agazapó tras un árbol, era media noche y esperaba que algún animal viniese a saciar su sed. Pasó un rato… de pronto en medio del silencio de la noche oyó un rugido y vio una larga pantera negra que se acercaba.
Se miraron… un nubarrón obscureció la luna, y durante diez terribles segundos sólo se oyeron los gruñidos y el jadeo de la lucha. Pronto se disipó el nubarrón y la luna iluminó una espantosa escena. La pantera yacía al borde de la laguna, los crueles ojos abiertos todavía y agitando su larga cola como una víbora. Con una garra sobre su pecho y la otra levantada para ultimar la pantera, estaba el tigre, excitado hasta el frenesí por el olor a sangre… y ocurrió una cosa extraña, nunca vista… del negro ramaje partió algo brillante, una flecha, la primera que al hundirse en un tronco de árbol paralizó a la fiera con la sorpresa de lo inesperado… El Rey de la Selva olfateó a su alrededor, agachó la pesada cabeza y volvió lentamente a su guarida, penetró en el rincón más obscuro y pronto estuvo profundamente dormido… Amanecía, los rayos del sol penetraron oblicuamente en la cueva del Rey de la Selva; éste oyó de pronto ruido fuera… ¿Quién era el audaz que se aventuraba en su dominios?… Se irguió pesadamente e iba a saltar cuando por segunda vez una larga flecha relampagueó ante sus ojos y vino a enterrarse en su rayado pelaje. El tigre lanzó un fuerte rugido y vio en la entrada de la caverna la silueta extraña de su adversario. Era un ser débil, pequeño, envuelto en una sangrienta piel negra, ¡un hombre!
El Rey de la Selva se agazapó, fijó su feroz mirada en el intruso, reunió sus fuerzas, y saltó. Diez pasos separaban a los adversarios, otra flecha se hundió en el ancho pecho del Rey de la Selva, quien lanzó un terrible rugido: el rugido de la fiera vencida. Y cayó… sangriento cadáver, a los pies del hombre…
23 may 2024
Perros de paja
Cielo y tierra son implacables;
para ellos las Diez Mil cosas no son sino perros de paja.
El Experto también es implacable;
para él, las personas no son sino perros de paja.
Sin embargo, Cielo y Tierra y todo lo que hay entre ellos
semejan un fuelle
en que, aunque está vacío, provee de un suministro que nunca decae.
Úsalo, y más surgirá.
En cambio la fuerza de las palabras se disipa pronto.
Mucho mejor es preservar lo que esta en el corazón.
Tao Te King V (Sobre la versión de Arthur Waley)
Alberto Laiseca - El recuerdo de tu sonrisa
El rocío aumenta el peso de mi túnica.
El sueño danza lejos de mí
ignorando la entrada que le proponen mis ojos.
Sin embargo es preciso que descanse esta noche,
pues mañana deberé cruzar ese desierto de bambúes de arena.
Casi no tengo agua,
pero el recuerdo de tu sonrisa
puede cambiar la desesperación y el destino.
(Cho Tang. Dinastía Chin)
En Poemas chinos
22 may 2024
Néstor Perlongher - Tuyú
La historia, es un lenguaje?
Tiene que ver este lenguaje con el lenguaje de la historia
o con la historia del lenguaje /
en donde balbuceó /
tiene que ver con este verso?
lenguas vivas lamiendo lenguas muertas
lenguas menguadas como medias
lenguas, luengas, fungosas:
este lenguaje de la historia / cuál historia?
si no se tiene por historia la larga historia de la lengua
Cuentan
en un fogón:
Ña-Rudecinda
no roció el apero el ánima?
no se hizo jabón el chajá?
(Gauchos fundidos, con sus lenguas de vaca, con sus trancas con sus coyundas y sus rastras
Gaucho fundido: él clava sus espuelas en el dorso — fundido — de la lengua, como atrapado en una vizcachera)
A unos kilómetros de San Clemente, en el Tuyú
está la tumba de Santos Vega, adonde acuden las toninas
y los surfistas en sus jabas, sobre las olas de cristal
Roto cristal, tercas toninas de la historia: van
donde los arponeros con sus garfios: van
donde los zafarranchos cachan: donde fundido el gaucho
saca el facón y se disgracia:
era la historia, esa disgracia!
disgracia de yacer en el Tuyú, de un yacer general
Los caníbales en ese cristal las rudas olas asaetan;
y tú, en esa pereza de la yertez, no jalas?
Jalas de crestas cristalinas y empenachadas?
21 may 2024
Alberto Laiseca - Sociedades esotéricas
Ambos pertenecían a una Sociedad Esotérica de sólo tres miembros, a la cual habían puesto el nombre megalómano de Sociedad de los Setenta Guerreros. Tal denominación se elaboró con fines invocatorios. Según decían, quizá en esa forma lograsen aumentar su reducido número. Eran tres, como ya se dijo: Coco el Maestro, Coquito el discípulo, y una tercera persona nebulosa e inaccesible —a quien sólo el Maestro podía visitar— llamada Súper Coco, o Súper a secas. Estaban enemistados con otra Sociedad de ocultistas denominada El Círculo Caucasiano de las Treinta y Tres Tizas. Esta sí que era una agrupación poderosa: una multitud de cuatro, por lo menos. Se combatían día y noche con una industria digna de mejor causa. No les quedaba tiempo —tanto a unos como a otros— más que para sus luchas. Así, pues, por lo general, las Sociedades Esotéricas sólo sirven para combatir entre sí.
En De mi bastón salen jingles
20 may 2024
Ida Vitale - Hojas naturales
Arrastro por los cambios un lápiz,
una hoja, tan sólo de papel, que quisiera
como de árbol, vivaz y renaciente,
que destilase savia y no inútil tristeza
y no fragilidad, disoluciones;
una hoja que fuese alucinada, autónoma,
capaz de iluminarme, llevándome
al pasado por una ruta honesta: abiertas
las paredes cegadas y limpia
la historia verdadera de las pintarrajeadas
artimañas que triunfan.
Hoja y lápiz, para un oído limpio,
curioso y desconfiado.
19 may 2024
15 may 2024
Edgar Bayley - Los mismos
Están muy altas las ramas de ese árbol
pero ascendemos por el aire
por la fragancia
hasta ser los mismos
que el recuerdo y la luz hospedan
la misma enredadera
el mismo búho
reciben la mirada
la palabra que entonces ofrecimos
y la pasada unión
pero el alba
en el silencio de la playa
del bosque antiguo nos desprende
renacemos con el gallo y la tórtola
en tierras distintas
y el agua del arroyo nos lleva de la mano
al móvil reposo
ahora claramente veo
la circular andanza
la puerta de aquel día
la estela azul y la fugaz victoria
estuvo todo bien
está muy bien
por el sendero desciende un leñador
hasta el arroyo
y nos saluda
14 may 2024
Javier Adúriz - El nadador
Las últimas piletas son agrias. Llueve
tanto o más de lo pensado, aun
cuando los jazmines revienten
y las enredaderas se aúpen a los árboles.
Creeme…, no se puede creer. Los huesos
hablan y el animal afina por debajo
una canción indescriptible. Igual,
no se quiere dejar de sonreír.
Hay algo en los recuerdos, vale decir,
en el seco ahora, en el puro y desaforado
ahora, que no importa demasiado
si el resto se vuelve confuso y breve,
fragmentario. Lo interesante está aquí,
en este aquí del tiempo, aunque la casa
finalmente esté sola… o vieja… o devastada.